Caperucita Roja nunca ha sido mi cuento favorito y, al escoger Caperucita en Manhattan, supe que corría el riesgo de que dicho relato creara en mí la misma poca simpatía que el original, si se mantenía demasiado fiel al mismo; sin embargo, me ha entusiasmado ver que del personaje de Caperucita podían surgir nuevas historias y aventuras.
Efectivamente, pocas son las cosas que ambas caperucitas tienen en común: las dos niñas, debido a su corta edad, están en la etapa de formación, de crecimiento; pero el problema que se le plantea a Sala Allen (la protagonista de Caperucita en Manhattan) es muy diferente, puesto que deberá escoger entre uno de los modelos que tiene en su vida: el de su madre, convencional y rígido, y el de su abuela, liberal y exótico.
En una época reciente y en un lugar conocido (Manhattan), la nueva Caperucita tiene nuevos intereses, nuevas ambiciones que la conducen a buscarse a sí misma, a buscar la libertad a través de un viaje que conlleva inevitablemente la soledad:
Por ejemplo, un libro con la historia de Robinson Crusoe al alcance de los niños [...] porque la aventura principal era la de que fueran por el mundo ellos solos, sin una madre ni un padre que los llevaran cogidos de la mano, haciéndoles advertencias y prohibiéndoles cosas. Por el agua, por el aire, por un bosque, pero ellos solos. Libres.
Es a través de las historias de Robinson Crusoe, Alicia o la propia Caperucita como Sara comienza su viaje para, después, gracias a los consejos de su abuela y de Miss Lunatic, llegar a entender que es bueno sentir curiosisdad y dejarse apartar del buen camino para dar paso a la posibilidad, a la crítica del pasado, al conocimiento propio y de lo que nos rodea, a la libertad.
Si yo fuera profesora de secundaria, seleccionaría Caperucita en Manhattan para alumnos de 3º, pues creo que, no solo el texto en sí mismo puede dar pie a comentarios y debates en el aula, por ejemplo sobre el tema de la libertad o de la soledad, sino que también hay muchas referencias intextuales a las que se puede acudir en el caso de que surja esa curiosidad: desde el original de Perrault hasta las múltiples variantes que actualmente existen sobre el mismo.
Llegados a este punto, no puedo dejar de recomentar dos libros que me parecen especialmente interesantes: Cuentos en Verso para Niños Perversos (Roal Dahl) y Caperucita Roja, Verde, Amarilla, Azul y Blanca (Bruno Murani y Enrica Agostinelli).
"¡Sí, ya nos lo sabemos de memoria!" diréis. Y, sin embargo, de esta historia tenéis una versión falsificada, rosada, tonta, cursi, azucarada, que alguien con la mollera un poco rancia consideró mejor para la infancia...
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