La Niña que Quería Ser Princesa
Cerca, muy cerca de nuestra universidad vivía Nerea, una chica
simpática y alegre de 12 años que por encima de todas las cosas
anhelaba convertirse en princesa de cuentos infantiles. Nuestra
pequeña Nerea soñaba despierta, y en esos sueños inalcanzables
despertaba envuelta en perfumes de tierra y mar, creando así un
mundo imaginario de cuentos y leyendas. Nerea poseía un don muy
especial, podía cerrar sus ojos y, al instante, personajes aparecían
embarcados en historias fantásticas. Hubo un día en que su
imaginación despertó bajo un sol brillante en una playa desierta de
los mares del sur, ella vestía un gran traje largo color negro
bordado con hilos rojos formando las iniciales PRP. Nerea comenzó a
caminar hacia unas montañas nevadas que se elevaban en el horizonte,
estaba anocheciendo y tenía que darse prisa por encontrar su casa.
Después de medianoche, y tras estar andando incansablemente durante
horas, se encontró en el camino con un chico llamado Raúl. Raúl
vestía una chaqueta oscura y pantalones oscuros. Al ver a Nerea
acercarse se asustó, dió un salto y empezó a correr para
esconderse. Nerea salió tras él rápidamente con la intención de
no perder su rastro. Lo encontró escondido tras una gran roca en
forma de elefante. No te asustes, dijo la pequeña princesa Nerea, no
te haré daño, sólo quiero que me digas cómo puedo volver a mi
casa. Raúl salió temeroso de detrás de la roca con la mirada
clavada en el suelo, titubeando y con voz temblorosa le dijo: Sólo
tienes que llegar hasta el parque de las visiones que hay detrás de
las montañas e imaginar el camino de regreso.
Nerea cerró sus ojos verdes por un instante, y sus pies empezaron a
elevarse hacia el cielo estrellado de la noche, dejando atrás a Raúl
y a las montañas blancas.
De repente, Nerea despertó tumbada sobre la arena de la playa, en su
memoria sólo recuerdos y tres iniciales bordadas en hilo rojo: PRP
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