martes, 25 de octubre de 2011

Días de Reyes Magos que ya no volverán




Me regaló otro aforismo suyo, por el que -dijo- ya habría merecido pasar holgadamente a la posteridad: "Cuando soñamos que soñamos, estamos empezando a despertar"

PASCUAL, Emilio: Días de Reyes Magos, Madrid, Anaya.

Con Días de Reyes Magos, Emilio Pascual (1948), logró dos importantes reconocimientos literarios: el premio Lazarillo en 1998 y el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil dos años más tarde. La historia se centra en un adolescente, Ulises, que, como tal, se enfrenta a una época difícil en casa y en el instituto y al que, sin embargo, la literatura, que llegará a él como un regalo de Reyes Magos, lo salvará de su particular odisea.

El libro arranca con una frase que me parece tan sencilla como desgarradora: "A los ocho años supe que los Reyes Magos no existían". La pérdida de la inocencia, pues, se convierte de forma clara en el tema central del libro ya que, aunque Ulises tiene ya 17 años, está, sin saberlo, a punto de iniciar un proceso de maduración que lo llevará, de forma irremediable, al mundo de los adultos. O sea, uno de los tópicos habituales de la literatura denominada juvenil. No obstante, en Días de Reyes Magos ese tránsito se hará más llevadero a través de la lectura por la que le guiarán todos los que rodean al protagonista -de hecho, el libro está lleno de referencias de títulos, argumentos y frases de una treintena de obras-, que no conocerá este engaño hasta el final. Tal y como sucede con los Reyes Magos. Personalmente esta temática me ha gustado por cuanto tiene de añoranza de la infancia, siempre agradable de recordar. Al estar escrita por un Ulises ya adulto, recoge algunas observaciones para la reflexión como la relación con los padres, que, no obstante, creo que los jóvenes no podrán hacer en toda su dimensión, o incluso compartir, dado que en ellos todavía no han transcurrido los veinte o treinta años que, según se dice en el libro, separan a un niño de un adulto. Algunas de las referencias literarias me han parecido interesantes y me han despertado, incluso, el gusanillo por leer algunas de las obras citadas, pero el poema del Quijote se me hizo, sinceramente, muy pesado de leer. Reconozco que es todo un ejercicio de literatura por parte de un escritor obsesionado por esta novela de Cervantes pero un poema que ocupa once páginas en un libro destinado supuestamente a un público juvenil no creo que sea lo más oportuno para engancharles a la lectura. Yo, lo confieso, sólo estaba deseando que terminara.

Éste es, de hecho, uno de los aspectos negativos que creo que tiene la obra de Emilio Pascual como lectura de clase. Además, el hecho de estar tan plagado de guiños literarios explícitos e implícitos puede tener dos efectos: o atraer a los jóvenes a alguno de los libros que se citan en él, objetivo que se podría trabajar en clase, o, por el contrario, alejarlos de la propia lectura de Días de Reyes Magos. Se podría utilizar como lectura previa o posterior al Lazarillo de Tormes, dado que el papel de Ulises con el ciego es el mismo, aunque en realidad sea el ciego el que va guiándolo a él a través de la lectura. Lo cierto es que creo que este libro puede ayudar a los jóvenes a enfrentarse a la ruptura que supone el paso a la juventud y madurez, haciéndose con él más conscientes de esa etapa vital, y está tan lleno de referencias literarias que sería casi imposible no trabajar sobre ellas y sobre la lengua en clase, proponiendo, por ejemplo, que cada alumno escribiera una redacción sobre su libro favorito, pero no creo que puedan aprehender todo el contenido que hay en él acerca de este momento, debido a que se encuentran en el kilómetro cero de ese desencuentro, lo que impide una visión reflexiva. ¿Recomendaría entonces este libro? Quizá no. Pero, después de leerlo, sí tengo más claro que me encantaría que volvieran los días de Reyes Magos.


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