Rosa-Fría, patinadora de la Luna, es un cuento breve de María Teresa León Goyri (1903-1988), escritora española, sobrina de María Goyri y Ramón Menéndez Pidal, quienes ejercieron una gran influencia sobre ella. Su tía fue una de las primeras mujeres españolas que obtuvieron un doctorado en Filosofía y Letras, y su tío fue un importante y reconocido filólogo e historiador de la Generación del 98. Otra gran influencia que recibirá María Teresa a la hora de confeccionar su obra será la de su marido, el poeta Rafael Alberti; de hecho, Rosa-Fría, la patinadora de la Luna, ya aparecía en un poema de Marinero en Tierra (1925): “Rosa-fría, patinadora de la luna”.
Ha nevado en la luna, Rosa-fría.
Los abetos patinan por el yelo;
tu bufanda rizada sube al cielo,
como un adiós que el aire claro estría.
¡Adiós, patinadora, novia mía!
De vellorí tu falda, da un revuelo
de campana de lino, en el pañuelo
tirante y nieve de la nevería.
Un silencio escarchado te rodea,
destejido en la luz de sus fanales,
mientras vas el cristal resquebrajando...
¡Adiós, patinadora!
El sol albea
las heladas terrazas siderales,
tras de ti, Malva-luna, patinando.
La obra de María Teresa León, aunque no muy conocida, tiene un gran peso en la historia de la prosa de vanguardia, en lo que respecta a la literatura infantil, pues escribió gran cantidad de cuentos que ofrecían una clara vocación de narradora, de contadora de historias. La autora consideraba que esa bella tradición del cuentista se estaba perdiendo y creía que era necesario incentivarla, para ello se requerían nuevos narradores que se modernizaran y cumplieran las exigencias de la nueva pedagogía. Unos cuentos que están llenos de ternura y enseñanzas, es decir, unos cuentos presididos por el interés de la madre que educa a su hijo. Este tipo de literatura infantil que proponía María Teresa parecía haber quedado arrinconada y por eso la autora presentará sus relatos de fantasía infantil con un aspecto nuevo, llenos de detalles vanguardistas, como es el caso del cuento Rosa-Fría, patinadora de la Luna.
El título también da nombre a una colección de cuentos, publicada en 1934, y que se considera su obra más reconocida y reeditada. Sigue la línea de la cuentística de Antoniorrobles (modelo de relato infantil vanguardista), cogiendo los materiales de la tradición y uniéndolos a una visión moderna, muy al estilo de las pinturas de Marc Chagall, Picasso y Miró, de donde sale, por ejemplo, la vaca voladora de Rosa-Fría:
-Toc, toc.
-¿Quién me molesta tan temprano?
-¡Múúúú! Soy yo.
Y entró por la ventana la vaca que los astros tienen de recadera, azulina, con doce manchas rojas y unos cuernos chiquitos y dorados. Una vaca que conoce todos los balcones y sabe por dónde tiene que entrar.
En el cuento, el plano real y el imaginario se funden de una forma muy natural, las dosis de fantasía están muy estudiadas y se mezclan con la realidad de manera que ambas parecen inseparables. La protagonista, Rosa-Fría, está durmiendo en su habitación y por la ventana entra la vaca que viene a recogerla para ir a la Luna. Allí tendrá lugar una prueba, una carrera de patinaje, y Rosa-Fría se tendrá que enfrentar a los competidores más veloces que existen, a saber: el Humo de los trenes y de las fábricas; el Vaho de los caballos y de los bueyes; los Suspiros de los hombres; el Ladrido de los perros; las Miradas a los globos que se escapan en las tardes sin viento. Para vencer a sus contrincantes, la protagonista deberá pedir ayuda al Viento Mistral, a los abetos de la Tierra, a los lobos de invierno y a su espejo. Durante la carrera, cuando Rosa-Fría estaba al límite de sus fuerzas “(T)iró su espejo en la nieve. Entonces, los abetos extendieron sus brazos. En lo alto de las ramas se fueron enganchando el Humo de las fábricas y de los trenes, el Vaho de los caballos, la Evaporación de los estanques. Los lobos se asomaron entre los troncos y paralizaron los Ladridos de los perros y las Miradas. Sólo los Suspiros siguieron, con el traje rosa, subiendo acongojados una cuesta. Allí encontraron el espejo y se pararon a mirarse”. A los Suspiros de los hombres se les viste así de un narcisismo que queda evidenciado al pararse a contemplar su propio reflejo. De esta forma, Rosa-Fría gana la carrera empujada, además, por su amigo el Viento Mistral.
Este cuento sería una opción perfecta para introducir a los alumnos en el mundo de las Vanguardias, y acercarlos a una manera distinta de entender los cuentos infantiles. Unos cuentos llenos de colores y formas vivas, que tienen un fuerte impacto visual y llenan la imaginación de los lectores, transportándolos a mundos de fantasía onírica donde cualquier cosa es posible.
Ana Ferrández Cobo.