Gustavo Martín Garzo, psicólogo de profesión, recibió en 1994 el Premio Nacional de Narrativa por su novela El lenguaje de las fuentes; sin embargo, adquirió su popularidad en 1999 tras la obtención del Premio Nadal por Las historias de Marta y Fernando.
Con Tres cuentos de hadas nos encontramos ante un libro que presenta unos paratextos muy sugerentes. Solo con el título identificamos el género de la obra -cuentos de hadas- y gracias a la ilustración que lo acompaña podemos deducir la finalidad: son cuentos maravillosos para leer (o ser contados) antes de dormir -aunque más tarde sabremos además que esa imagen pertenece a uno de los cuentos-. Todas las ilustraciones del libro, obra de Jesús Gabán, se unen al texto de manera magistral gracias a la incorporación de una frase relevante que solo puede verse si se presta especial atención. Así sucede también en la portada donde leemos: para ver aquella luz. La presentación del libro en su conjunto es tremendamente llamativa sobre todo por la combinación de colores, en la que predomina el azul marino y el amarillo anaranjado. La editorial es Siruela y la edad aconsejada es de los 12 años en adelante.
En las primeras páginas, el autor incorpora una cita de Peter Pan, el eterno niño, el niño que se resiste a madurar: Solo esto sucedió entre las dos, pero, desde entonces, Wendy supo que crecería. Se sabe esto siempre después de cumplir los dos años. Los dos años son el principio del fin.
A través de dicha cita y de la significativa frase que aparece en la portada, podemos entender que G. M. Garzo comparte los pensamientos que B. Brettelheim expuso en su libro Psicoanálisis de lo cuentos de hadas, cuando dijo que son el arte único que ayuda al niño a comprenderse y desarrollar su personalidad, puesto que dichos relatos, representan, de forma imaginaria, la esencia del proceso del desarrollo humano normal. Todo esto lo vemos corroborado durante la lectura de la obra no solo por los temas que trata y los valores que intenta transmitir, sino también por las siguientes líneas que escribe el autor: Antes os dije que cualquier historia en la que apareciera un hada tenía que ver con los pesares de la gente.
Los cuentos, titulados El vuelo del ruiseñor, El hada que quería ser niña y El príncipe amado, siguen el esquema de los tradicionales cuentos de hadas, ya que al no incluir nombres propios, tienden a la generalización, a contar cosas que podrían suceder a cualquiera, cosas que realmente son improbables o maravillosas, pero son presentadas como normales. Por ejemplo, en cada relato veremos la significativa relación que se crea entre un ser humano y un ser fantástico: el ruiseñor cantarín y la niña, el hada curiosa y la madre, el dragón amoroso y la princesa. Sin embargo, cuando nos introducimos en la lectura de cada uno de ellos, observamos que los personajes principales tienen nombre propio y viven en lugares conocidos. Tanto es así que en el tercer cuento, el de la princesa Emilia, se habla de la Corte de Valladolid, de Cataluña o de Castilla, otorgándole tintes de realismo. Evidentemente, el tema del realismo es importante para el autor, que además se preocupa por confirmar reiteradas veces la veracidad de las historias que cuenta y la existencia de los personajes que en ellas aparecen.
Otra diferencia que encontramos respecto a los cuentos tradicionales es el final: si estos se caracterizan por tener un final feliz, en este caso, sobre todo el primer y tercer cuento, presentan un final que podríamos considerar agridulce (con la muerte del pájaro, y del dragón y príncipe respectivamente).
En cualquier caso, la estructura es lineal y los sucesos están ordenados cronológicamente. No aparecen apenas diálogos, sino que hay un narrador omnisciente que cuenta oralmente estas historias a unos niños a los que se dirige directamente en varias ocasiones.
A mi parecer, es un libro idóneo para trabajar en 1º de E.S.O porque son cuentos sencillos con personajes clásicos (hadas, dragones, ruiseñores...) y con historias que nos remiten a otras ya muy conocidas (Cenicienta, Blancanieves...), pero son historias que hablan de los grandes problemas de la vida:
En las primeras páginas, el autor incorpora una cita de Peter Pan, el eterno niño, el niño que se resiste a madurar: Solo esto sucedió entre las dos, pero, desde entonces, Wendy supo que crecería. Se sabe esto siempre después de cumplir los dos años. Los dos años son el principio del fin.
A través de dicha cita y de la significativa frase que aparece en la portada, podemos entender que G. M. Garzo comparte los pensamientos que B. Brettelheim expuso en su libro Psicoanálisis de lo cuentos de hadas, cuando dijo que son el arte único que ayuda al niño a comprenderse y desarrollar su personalidad, puesto que dichos relatos, representan, de forma imaginaria, la esencia del proceso del desarrollo humano normal. Todo esto lo vemos corroborado durante la lectura de la obra no solo por los temas que trata y los valores que intenta transmitir, sino también por las siguientes líneas que escribe el autor: Antes os dije que cualquier historia en la que apareciera un hada tenía que ver con los pesares de la gente.
Los cuentos, titulados El vuelo del ruiseñor, El hada que quería ser niña y El príncipe amado, siguen el esquema de los tradicionales cuentos de hadas, ya que al no incluir nombres propios, tienden a la generalización, a contar cosas que podrían suceder a cualquiera, cosas que realmente son improbables o maravillosas, pero son presentadas como normales. Por ejemplo, en cada relato veremos la significativa relación que se crea entre un ser humano y un ser fantástico: el ruiseñor cantarín y la niña, el hada curiosa y la madre, el dragón amoroso y la princesa. Sin embargo, cuando nos introducimos en la lectura de cada uno de ellos, observamos que los personajes principales tienen nombre propio y viven en lugares conocidos. Tanto es así que en el tercer cuento, el de la princesa Emilia, se habla de la Corte de Valladolid, de Cataluña o de Castilla, otorgándole tintes de realismo. Evidentemente, el tema del realismo es importante para el autor, que además se preocupa por confirmar reiteradas veces la veracidad de las historias que cuenta y la existencia de los personajes que en ellas aparecen.
Otra diferencia que encontramos respecto a los cuentos tradicionales es el final: si estos se caracterizan por tener un final feliz, en este caso, sobre todo el primer y tercer cuento, presentan un final que podríamos considerar agridulce (con la muerte del pájaro, y del dragón y príncipe respectivamente).
En cualquier caso, la estructura es lineal y los sucesos están ordenados cronológicamente. No aparecen apenas diálogos, sino que hay un narrador omnisciente que cuenta oralmente estas historias a unos niños a los que se dirige directamente en varias ocasiones.
A mi parecer, es un libro idóneo para trabajar en 1º de E.S.O porque son cuentos sencillos con personajes clásicos (hadas, dragones, ruiseñores...) y con historias que nos remiten a otras ya muy conocidas (Cenicienta, Blancanieves...), pero son historias que hablan de los grandes problemas de la vida:
- la muerte, y el amor como superación de la misma.
- la aceptación de uno mismo y de los demás tal y como somos.
- la esperanza y la paciencia ante situaciones difíciles.
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