lunes, 14 de noviembre de 2011

Caperucita en Manhattan

Este libro escrito por Carmen Martín Gaite, trata de una niña de 10 años que vive en Brooklyn con sus padres y le encanta leer libros y estar con su abuela, una antigua cantante de Broadway. Un día los padres de Sara, que así se llama la niña, tienen que irse a Chicago, porque el hermano de su padre muere y ella se queda en casa de su vecina. Entonces aprovecha para escaparse e irse a ver a su abuela, que vive en Manhattan. Por el camino conoce a Miss Lunatic, que resulta ser la mismísima estatua de la Libertad, y a Edgar Woolf, un pastelero muy famoso, que no consigue hacer una buena tarta de fresas, una casualidad muy grande ya que la madre de Sara hace la mejor tarta de fresas de la ciudad y Sara lleva en la mano una para su abuela en el momento en el que conoce al pastelero.

Escogí leer este libro porque el título me resultaba interesante, pero no me ha gustado. Me ha parecido bastante tedioso. Yo esperaba que el libro tratara de una Caperucita moderna, sin embargo las similitudes con el libro de Perrault son pocas. Si es verdad que la niña, Sara, el día que se escapa lleva una capucha y unos zapatitos rojos, que para ver a su abuela tiene que atravesar un parque un poco peligroso, como el bosque de la caperucita de Perrault, y que también se encuentra con un “lobo”, el señor Woolf, que es el multimillonario y solitario dueño de “El dulce lobo”; pero esas son las únicas semejanzas que encuentro con la Caperucita Roja original.

Además creo que tratan dos temas totalmente distintos. En la Caperucita original, el tema principal es la inocencia y la obediencia a los mayores, mientras que en Caperucita en Manhattan el tema principal es la libertad. La niña quiere tener libertad para pasearse por la ciudad sin que su madre la lleve cogida de la mano sin soltarla siquiera para pagar el metro y durante toda la novela se la nombra repetidas veces; por ejemplo: “a quien cuentas tus secretos, das tu Libertad” o “¿No sería miedo a la Libertad?”

En conclusión el libro no me ha gustado, pero a través de él podríamos conseguir que leyeran otros cuentos relacionados con él, como el de Perrault u otras versiones de este, incluso en verso como la Caperucita roja de “Cuentos en verso para niños perversos” de Roald Dahl. Además, que la autora deje el final abierto podría servir para proponer a nuestros alumnos la actividad de crear este final. Estos alumnos serían de 2º de ESO, ya que la lectura de esta novela no tiene ninguna dificultad.

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