Campos de Fresas. Jordi Sierra i Fabra.
La novela titulada Campos de Fresas de Jordi Sierra i Fabra se ha convertido en un “clásico” dentro de la literatura juvenil, teniendo muy buena aceptación dentro del aula a partir del segundo ciclo de secundaria, quizás porque la historia envuelve a unos personajes juveniles en situaciones muy actuales, y “reales” para el lector como son la identidad del grupo, las drogas, las salidas nocturnas con los amigos. Y tanto los personajes como la temática se convierten en una especie de referencia generacional donde la historia salta de la ficción a la realidad del lector juvenil, haciendo los personajes y sus vivencias suyos. Supongo que el éxito de la obra se debe en gran medida a esa relación historia-lector, porque el que lee se engancha a la novela debido a que rápidamente se identifica con ella, y los personajes y temática les es familiar. El contexto de Campos de Fresas se proyecta de forma hábil hacia el lector juvenil, y se aprovecha de esa identificación para hacer llegar la historia y los personajes llenando la obra de tópicos y elementos muy prediseñados, desde mi punto de vista, como si el autor sólo quisiera atrapar al lector con un sucedáneo de “realidad” ficticia con un sabor demasiado edulcorado. Desde este punto de vista, la lectura de Campos de Fresas me ha hecho reflexionar y preguntarme por el dudoso gusto literario de los jóvenes actuales. Si pensamos en una finalidad educativa de calidad, ¿puede una obra de estas características sustituir dentro del aula a otros títulos de la literatura española de mayor calidad? O, por el contrario, ¿Conformarnos con el simple hecho de que los alumnos de secundaria muestren interés por la lectura de un libro de segunda línea, y de este modo cubrir los objetivos básicos de la programación didáctica?
La historia gira en torno al personaje de Luciana que entra en coma después de una noche de fiesta y desenfreno con drogas. Todo esta vorágine insana la lleva al hospital. Es desde aquí cuando los amigos de Luciana (Cinta, Máximo y Santi) deciden llamar a su novio, Eloy.
Eloy, ante la terrible situación que sufre su novia y a requerimiento del doctor Pons, se embarca en la búsqueda de un camello llamado Poli, quien fue el que le vendió la pastilla a Luciana.
Esta continua búsqueda de Poli por parte de Eloy y el inspector de policía Espinós les lleva por innumerables rincones de la ciudad con el objetivo de conseguir una de las pastillas que hizo que Luci entrara en coma para poder analizarla y saber cómo hacer despertar a Luciana del coma.
En mi opinión, Campo de Fresas refleja una “realidad” llena de tópicos que se asemeja a ciertas series televisivas de carácter juvenil que sólo buscan el impacto sensacionalista y patético con personajes diseñados para atrapar a la adolescencia haciéndoles creer que los problemas de los personajes son los mismos a los que se van a tener que enfrentar.
La novela titulada Campos de Fresas de Jordi Sierra i Fabra se ha convertido en un “clásico” dentro de la literatura juvenil, teniendo muy buena aceptación dentro del aula a partir del segundo ciclo de secundaria, quizás porque la historia envuelve a unos personajes juveniles en situaciones muy actuales, y “reales” para el lector como son la identidad del grupo, las drogas, las salidas nocturnas con los amigos. Y tanto los personajes como la temática se convierten en una especie de referencia generacional donde la historia salta de la ficción a la realidad del lector juvenil, haciendo los personajes y sus vivencias suyos. Supongo que el éxito de la obra se debe en gran medida a esa relación historia-lector, porque el que lee se engancha a la novela debido a que rápidamente se identifica con ella, y los personajes y temática les es familiar. El contexto de Campos de Fresas se proyecta de forma hábil hacia el lector juvenil, y se aprovecha de esa identificación para hacer llegar la historia y los personajes llenando la obra de tópicos y elementos muy prediseñados, desde mi punto de vista, como si el autor sólo quisiera atrapar al lector con un sucedáneo de “realidad” ficticia con un sabor demasiado edulcorado. Desde este punto de vista, la lectura de Campos de Fresas me ha hecho reflexionar y preguntarme por el dudoso gusto literario de los jóvenes actuales. Si pensamos en una finalidad educativa de calidad, ¿puede una obra de estas características sustituir dentro del aula a otros títulos de la literatura española de mayor calidad? O, por el contrario, ¿Conformarnos con el simple hecho de que los alumnos de secundaria muestren interés por la lectura de un libro de segunda línea, y de este modo cubrir los objetivos básicos de la programación didáctica?
La historia gira en torno al personaje de Luciana que entra en coma después de una noche de fiesta y desenfreno con drogas. Todo esta vorágine insana la lleva al hospital. Es desde aquí cuando los amigos de Luciana (Cinta, Máximo y Santi) deciden llamar a su novio, Eloy.
Eloy, ante la terrible situación que sufre su novia y a requerimiento del doctor Pons, se embarca en la búsqueda de un camello llamado Poli, quien fue el que le vendió la pastilla a Luciana.
Esta continua búsqueda de Poli por parte de Eloy y el inspector de policía Espinós les lleva por innumerables rincones de la ciudad con el objetivo de conseguir una de las pastillas que hizo que Luci entrara en coma para poder analizarla y saber cómo hacer despertar a Luciana del coma.
En mi opinión, Campo de Fresas refleja una “realidad” llena de tópicos que se asemeja a ciertas series televisivas de carácter juvenil que sólo buscan el impacto sensacionalista y patético con personajes diseñados para atrapar a la adolescencia haciéndoles creer que los problemas de los personajes son los mismos a los que se van a tener que enfrentar.
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