domingo, 6 de noviembre de 2011

El peligro de los campos de fresas



"¿O era que se sentía "mayor"?

SIERRA I FABRA, Jordi: Campos de fresas, Madrid, SM.

Reconocido, durante diez años consecutivos, como el libro juvenil más venido y llevado a la gran pantalla en el año 2004, Campos de fresas es una de las obras de narrativa más conocidas y exitosas de un autor prolífico donde los haya: Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 1947). Hasta el pasado año, de hecho, llevaba ya publicadas cuatrocientas obras de diferente temática, aunque Sierra i Fabra es algo más que un mero escritor: su implicación en el mundo de las letras le ha llevado, incluso, a crear una fundación con la que quiere promover la creación literaria entre los jóvenes. Por todo ello, ha estado nominado en dos ocasiones al premio Hans Christian Andersen, el Nobel de la literatura juvenil.

Desconozco si las cuarenta ediciones que Campos de fresas acumula ya en Ediciones SM -la última se publicó en julio de este mismo año- se deben a la inquietud personal de los jóvenes por leer esta dura historia -una dureza que, en mi opinión, se acrecienta por el hecho de que lo que se cuenta en ella puede entroncar con referentes reales conocidos por los lectores- o a que es una lectura obligada en algunos centros educativos, pero, sea por la razón que sea, me parece que la respuesta a este libro está mas que plenamente justificada. Y es que, con un estilo sencillo y que llega de una forma muy directa al lector, se abordan de una forma bastante completa algunos de los problemas a los que se enfrentan los adolescentes. Y me refiero a ellos en plural porque, aunque el tema central del libro es el consumo de drogas, también aparece el de la bulimia. Lo cierto es que, pese a los casi quince años que han transcurrido desde su edición, el libro está plenamente vigente en la actualidad y lo único que ha quedado anticuado en él es la referencia a las pesetas como moneda en curso. El resto podría haber estado escrito ayer mismo.

Más allá de la vigencia del tema, que, sin duda, lo hace más interesante, el libro me ha gustado también por otro aspecto: se abordan diferentes puntos de vista de una misma situación. Así, no sólo tenemos a la protagonista, Luciana, que es la que sufre las peores consecuencias del consumo de pastillas, sino que también aparecen los amigos y los padres, el lado emocional de la historia, e, incluso, a los traficantes de drogas, los policías y los periodistas sensacionalistas, ofreciendo con ello una visión globalizadora del mundo de las drogas. Asimismo, otro de los aciertos de la novela, a mi juicio, es el tratamiento espacio-temporal dado que toda la historia transcurre en poco más de doce horas y se va detallado, a modo de un diario basado en las horas, qué sucede en qué momento. Por todo ello, me parece muy recomendable su lectura en clase.

El único aspecto que no me ha gustado de la novela es la dicotomía que se presenta en las reflexiones de Luciana: la paz tras la muerte y el sufrimiento si sigue viviendo. Me parece que, con ello, se retoma un tanto la idea medievalista de la tierra como un valle del lágrimas. Aunque, quizá, sería un buen punto de partida para abordar otro tema que no queda explicitado en el libro: los daños irreversibles que, en ocasiones, sufren las personas que han caído en coma, ya que esas consecuencias no se plantean en la obra y parece que Luciana va a poder volver a su vida de antes sin mas problemas que el de haber pasado por una terrible experiencia para aprender la lección: que hay que caminar con cuidado por los campos de fresas.

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