Memorias de una vaca es una obra de Bernardo Atxaga (1951), pseudónimo de Joseba Irazu Garmendia. Este escritor vasco es Licenciado en Ciencias Económicas, pero, a comienzos de la década de los años 80, decidió dedicarse exclusivamente a la literatura. Sus obras abarcan diferentes géneros (cuentos, novela, poesía y ensayo) y son escritas y publicas en vasco, aunque él mismo las traduce también al castellano.
El libro fue publicado en 1992 por El Barco de Vapor, una editorial propia de ediciones SM. Fue especialmente escrita para jóvenes entre 10 y 14 años (según dice la web de la editorial SM), pero personalmente yo la recomendaría a partir de los 12, porque considero que la temática de la posguerra no se podría tratar en alumnos tan pequeños. Si simplemente trabajáramos este libro como una lectura literal, sin señalar el trasfondo político-histórico-social que contiene, evidentemente podríamos utilizarlo con niños de 10 años. Sin embargo, creo que sería más provechoso trabajar la posguerra española, por lo que emplearía este libro a partir de 1º de la E.S.O.
Memorias de una vaca es la biografía de Mo, una vaca negra de cincuenta años, que decide narrar sus memorias. A modo de diario, Mo nos contará todo el transcurso de su vida vacuna: desde su nacimiento en la casa Balanzategui; los consejos de su voz interior, un Ángel de la Guarda llamado El Pesado; su amistad con la Vache, la única vaca inteligente que conoce; hasta sus días de amistad y felicidad con Soeur Pauline Bernadette (que transcurren en el presente de Mo).
Desde que nació, Mo se ha reprochado el hecho de ser una vaca, porque considera que éstas no son animales inteligentes como los caballos o los gatos, por ejemplo. No obstante, un día conoce a otra vaca, La Vache (La Vaca qui Rit), y, a pesar de que ella también cree que “no hay cosa más tonta en este mundo que una vaca tonta”, Mo empieza a sentir que es inteligente y, además, se empeña en demostrarle a su amiga que no tiene ni un pelo de tonta y que, a diferencia de ella, está orgullosa de ser una vaca.
A medida que Mo va creciendo, va madurando también, y con sus razonamientos lógicos empieza a entender el mundo que le rodea. No sólo descubre el movimiento de los rebeldes en el monte, sino que también adquiere una actitud crítica y valiente ante la vida gracias a la ayuda de su voz interior, El Pesado, que le hace reflexionar, a modo de conciencia, sobre su modo de actuar.
En cuanto a la estructura del libro, se divide en nueve capítulos cuyos títulos resumen el contenido de los mismos. Con esta especie de resumen, los lectores adolescentes pueden acordarse mejor de lo que ocurrió en los capítulos anteriores y, a su vez, también pueden anticipar lo que sucederá en los siguientes.
Asimismo, la obra se caracteriza por un uso hábil de los procedimientos narrativos. El ritmo narrativo es muy dinámico, puesto que Atxaga evita las largas descripciones centrándose más en describir pensamientos y acciones que deteniéndose en los parajes del País Vasco. Además, el hecho de que esté escrito en primera persona y tenga un lenguaje muy sencillo, con la inclusión de numerosos refranes y versos de poemas o canciones, creo que puede llega a gustar y enganchar a los lectores más jóvenes.
No obstante, aunque estas cualidades fomenten el interés para su lectura, considero que gran parte del atractivo de esta obra proviene de las referencias que hace el autor respecto a la Guerra Civil Española y al movimiento clandestino de los maquis por los montes de Euskadi. Estas referencias de la posguerra son descritas de una manera, en cierto modo, edulcorada, porque, al fin y al cabo, los destinatarios del libro son jóvenes (de unos 12 años) que no creo que estén preparados psicológicamente para que les cuenten los horrores de la guerra. Pero, en cambio, sí que pueden saber que existió, no hace mucho tiempo, una guerra en España y que posiblemente sus abuelos vivieron ese aciago período histórico.
En conclusión, Memorias de una vaca es una excelente opción para introducir unas ideas generales sobre la posguerra española en los alumnos de secundaria.
Mª Ángeles Jerez Pomares
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