martes, 13 de diciembre de 2011

MEMORIAS DE UNA VACA



Bernardo Atxaga, seudónimo de Joseba Irazu Garmendia (Asteasu, Guipúzcoa, 27 de julio de 1951) ha sido desde muy joven un amante de la literatura y pese a que se licenció en Ciencias Económicas por la Universidad de Bilbao en 1973 su amor por los libros lo ha llevado a dedicarse en cuerpo y alma a escribir. Su obra ha sido escrita y publica íntegramente en euskera, siendo uno de los autores vascos más leídos. Bernardo Atxaga considera que la literatura infantil y juvenil no ha de ser desprestigiada ya que es un público tan importante o más que el adulto. De esta manera ha dedicado parte de su obra a relatos infantiles y juveniles, donde se encuentra el libro Memorias de una vaca publicado en 1991.
La obra que está escrita en forma circular, narra la vida de Mo, una vaca negra que vive en la frontera vascofrancesa y quien en un momento determinado de su vida decide escribir sus memorias. Los primeros años de Mo son en el establo de Balanzategui. Esa etapa de inocencia se caracteriza porque aparecen la mayor parte de los personajes. Es un periodo de aprendizaje y descubrimiento, en el que Mo empieza a pensar con lógica junto a La Vaca que ríe y se escucha así misma mediante su voz interior, El Pesado. Una vez en el nudo de la obra descubrimos cómo Mo huye del establo después de que éste pase a manos de los Dentudos y todas las aventuras que, en compañía de La Vaca que ríe, vive hasta que finalmente ambas se separan. El desenlace de la obra llegará en los capítulos en los que Mo pasa junto a Pauline Bernardette, momento en el que la protagonista se presenta con más madurez. La novela concluye de la misma manera en que comenzó, con la decisión de escribir su biografía.
Considero que la obra Memorias de una vaca es muy apropiada para alumnos de secundaria, aunque es cierto que es más aconsejable para los que se encuentran en cursos superiores, ya que conviene que asimilen los datos históricos previos y necesarios para comprender la historia de España. Contiene palabras y refranes que pueden hacer que los alumnos tengan reparos a la hora de seguir leyendo, por lo que si se trata de un lector muy joven podría terminar por dejar el libro y abandonar ahí su interés por la literatura, entonces habríamos fracasado como docentes y no es lo que pretendemos.

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