viernes, 16 de diciembre de 2011

“Mi madre es la máxima autoridad del planeta, eso lo saben hasta extraterrestres como Paquito Medina”



Elvira Lindo hoy en día es conocida más por sus novelas dramáticas que por sus historias para niños. Pero no debemos olvidar que ella creó en 1994 a Manolito Gafotas, un niño entrañable, perteneciente a una familia de clase media-baja, que vive en la periferia de Madrid.
Manolito Gafotas relata las aventuras de Manolito, un ciudadano de Carabanchel, que convive con sus padres, su hermano pequeño al que él llama El imbécil, y su abuelo.
Se podría decir que el niño es el antihéroe del libro, ya que de aspecto no es un chaval de portada de revista, a veces se comporta con torpeza, y aunque por la fortuna sus asuntos suelen llegar a buen puerto, normalmente los líos en los que se ve envuelto consciente o inconscientemente lo envuelve en un halo de perdedor o follonero. Cualquier aventura de la que es protagonista hace de él que acabemos admirándole y como lectores nos produzca un gracia extrema, pero en un primer contacto no lo elegiríamos como el prototipo de héroe. Gracias a su figura cualquier niño o adulto puede pensar que un tipo cualquiera de una clase social no muy ventajosa puede alzarse con el beneplácito de la gente que le rodea, y que todos lo admiren y quieran.
Aunque la obra está dirigida a un público más joven cualquier persona puede divertirse con él, porque el lenguaje usado no es extremadamente infantil, ya que la picardía de Manolito reside en que se expresa como un adulto, aunque sus pensamientos y actos sean infantiles. Las pequeñas batallas diarias con su madre, su abuelo y su hermano esconden esa fastuosa naturalidad que nos atrapa y nos hace sentirnos identificados, y por tanto comprendidos. Todos los personajes tienen una esencia propia, y de todos ellos podríamos recoger virtudes, defectos, y anécdotas, con las que sentirnos reflejados, pero yo quiero destacar la existencia del abuelo de Manolito. El abuelo es el ser más disparatado de la obra, y logra producir comicidad, incluso a veces, más que el mismísimo protagonista. Se describe como un anciano, algo testarudo, con una gran simpatía por las mujeres, y gruñón, pero gracias a su presencia Elena Fortún logra enredar más, si cabe, los tejemanejes en los que anda metido Manolito. Él siempre logra sus propósitos, lo vemos en un capítulo cuando se empeña en que su abuelo celebre su 80 cumpleaños, y a pesar de la negativa de éste, acaba festejándolo, junto a los amiguitos de Manolito, y algunos vecinos del barrio. Sin duda mi personaje fetiche es la madre, que todo lo sabe y todo lo ve, mandona, resabiada. La mujer realiza auténticos malabares para mantener todo a flote, la relación con su esposo, que es camionero y viaja mucho, la educación de sus hijos, y el cuidado de su padre. Parece que siempre esté dispuesta a ser feliz, para realizar cualquier actividad aunque esté a punto de desfallecer del cansancio. La madre universal, la que tememos de pequeños porque saca a pasear la zapatilla o da collejas con ruido, y amamos por su ternura y sacrificio cuando crecemos. La que añoramos si no la tenemos, y nos gustaría moldearla para convertirnos en ella en un futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario